Es clave reflexionar sobre el impulso femenino que han tenido ciertas industrias, sobre todo aquellas que se desarrollan en ambientes masculinizados: uno en el que necesitamos avanzar en diferentes acciones para seguir ganando espacios.
El área de la minería es un ejemplo: pasó de tener un 8,9% de mujeres en 2018 a 21,8% en el 2024 según el informe de Monitoreo de Indicadores de Género publicado ese año por la Alianza CCM-Eleva. La logística es otro: creció de 17% a 33% durante los mismos años según lo indicado por el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (Sence).
Otros sectores, como el transporte, aún tienen desafíos. Ejemplo de ello es la licencia de conducción profesional para vehículos de carga: solo un 2% de quienes la poseen son mujeres. Aun así, la dificultad crece si se considera que hay faenas mineras que, de forma adicional, exigen una cantidad mínima de años de experiencia para operar en ellas. Por lo mismo, todavía hay cambios que mejorarían el panorama.
¿Cómo podemos seguir avanzando? De muchas formas. Una de ellas es apostar por más mujeres en puestos de liderazgo. Junto con disminuir barreras de género, esto también permite que más talentos femeninos puedan proyectarse de mejor manera en el mundo laboral, sobre todo si se trata de rubros como los antes mencionados.
En esa línea es también importante fomentar el desarrollo de carreras STEM para talentos femeninos, desde ya. Recién en 2024 las mujeres representaron el 50% de las matrículas de ingeniería en general en el país. Si bien esto implicó un crecimiento significativo desde 2020, cuando se alcanzó solo el 30%, es necesario fomentar también la equidad en otras áreas de desarrollo profesional. El desafío es urgente pues estas generaciones requerirán de al menos 20 años para sumar experiencia que les permita postular a cargos de dirección.
Aun así, la gran barrera está en una inclusión femenina plena y en todas sus dimensiones, sobre todo en aquellas industrias donde los hombres son mayoría. En estos últimos años se ha identificado que, en esos contextos, muchas mujeres se ven obligadas a “masculinizarse” para ser valoradas, lo que las lleva a cambiar su lenguaje, o bien, evitar conversaciones sobre la casa o los niños para no mostrar vulnerabilidad. En ocasiones incluso se crea la necesidad de “protegerlas” de ambientes agresivos. Debemos estar alerta para detectar estos escenarios y cambiarlos de raíz, con acciones que permitan transitar hacia una cultura organizacional más equitativa. No sirve de nada tener un 50% de mujeres si ellas perciben una cultura “machista” en sus propios espacios laborales.
Avanzar hacia una industria más inclusiva es tarea de todos y todas, y como representantes del sector logístico, almacenaje y transporte de carga, tenemos toda la disposición para seguir transitando en esa dirección. Cuenten con nosotras.
Marcela Arnaboldi
Gerente de Personas y Desarrollo Sostenible de Sitrans