Considerada en su época como una de las mujeres más acaudaladas del mundo, Isidora Goyenechea de Cousiño, rompió esquemas: dirigió las empresas y fortuna familiar, asuntos que en ese entonces eran manejados por hombres, e integró en esta materia los primeros indicios de lo que hoy conocemos como Responsabilidad Social Empresarial.
Isidora Goyenechea de Cousiño (1836-1897), fue una mujer que dejó una huella indeleble en la historia de Chile. Hoy vemos su nombre estampado en una importante calle de la ciudad y en el Palacio Cousiño, el que fuera la residencia, aún se aprecia el monograma familiar que ella misma diseñó. El sello también se mantiene en el isotipo de la Viña Cousiño-Macul, la cual dirigió en la segunda mitad del siglo XIX.
Vivió su infancia en Copiapó junto a su hermano Eleuterio y sus padres María de la Luz Gallo y Ramón Goyenechea, quien fue copropietario de “La Descubridora”, mina de plata ubicada en Chañarcillo.
En 1841 su padre muere, razón por lo que la familia se traslada a Santiago, ciudad en la que Isidora es educada en casa. Años más tarde, en 1855, contrae matrimonio con Luis Cousiño, hijo de Matías Cousiño, quien había trabajado junto a Ramón Goyenechea en la mina de Chañarcillo. Juntos se encargan de los negocios de la familia, sin embargo, a la edad de 37 años, Isidora enviuda y se encarga de la administración de la fortuna familiar, convirtiéndose en la primera mujer en dirigir las empresas de los Cousiño.
El legado
Una vez que enviudó, Isidora llevó un estricto luto, el que mantuvo durante toda su vida. No volvió a casarse y se dedicó exclusivamente al cuidado de sus hijos y a la gestión de las empresas familiares.
Fue una mujer que siempre se mantuvo atenta a las últimas tendencias de la época, viajaba largas temporada a París, ciudad en la que educó a sus hijos. Si bien se caracterizó por tener gustos refinados, también tuvo una gran conciencia social, siendo considerada incluso como una de las pioneras en Responsabilidad Social Empresarial. Levantó obras que perduran hasta el día de hoy. En Lota construyó dos escuelas, además de un asilo para mineros, dos iglesias y La Gota de Leche, la que se encargaba de cuidar y entregar alimentos a los hijos de los mineros. También fundó una casa de acogida para niños huérfanos, cuya labor continúa en la actualidad con el actual Hogar Pequeño Cottolengo.
Hábil para los negocios, fue visionaria al implementar adelantos que para la época fueron revolucionarios. Contactó a la firma estadounidense de Thomas Alva Edison para la creación de la primera hidroeléctrica en América Latina, con el objetivo de iluminar la planta carbonífera de Lota y sus alrededores.
En el área de la acuicultura fue la primera empresaria chilena en introducir huevos de salmón y en la industria del vino, en la viña Cousiño Macul, fabricó sus propias botellas para la venta de vino, convirtiéndose en precursora en la exportación de vino embotellado en el país.
Atenta a todos los asuntos que ocurrían en el país, al estallar la Guerra del Pacífico, puso a disposición su flota de vapores para el combate, asegurándose de que la producción del carbón no disminuyera para abastecer de combustible a los navíos. Debido a esta contribución, el Congreso Nacional le otorgó una medalla de honor.
Isidora fue una mujer con una amplia visión de negocios, adelantándose a su época en diferentes frentes, incluso el social, al considerar un estado de bienestar para sus trabajadores. Ejemplos que, sin duda, sirven en la actualidad a muchos empresarios modernos.