Cultura y Entretención

Viajeros del siglo XVII cuentan cómo era la región de Atacama y Coquimbo

El viaje de los Hermanos Heuland (1795—1796) es venturoso, mágico y legendario, a pesar de que el Rey de España los acota, porque no deseaba que se husmeara en “El Dorado” del Norte Chico. Sin embargo, estos entraron a Cuyo, Atacama y Coquimbo, y nos legaron un Informe clave para conocer el proceso de formación de nuestra minería y sociedad. Las descripciones de minas y mineros, de senderos y montañas, de meteorología y flora, de derroteros y baquianos son acuarela magnífica de nuestra geografía física y humana.

Las descripciones de entonces de Copiapó, Huasco, Coquimbo, Andacollo, Illapel, etc., no son resonancia lejana, sino ethos que alienta y construye. Este viaje no sólo es un repórter de una colección mineralógica, sino testimonio e invitación a conocer y reconocernos en la riqueza profunda e indudable de un paraje que tiene su propio mundo en el mundo. Veremos, aquí, en nuestro Tololopampa, una región al margen, pero sin la cual este mundo no estaría completo.

Este libro fue publicado por el equipo editor de la Sociedad Patrimonial Pedro Pablo Muñoz Godoy (SPPMG), constituido por Arturo Volantines, Catherine Trigo, Eva Tapia Cortés y Miriam Marín Díaz. Se trata de un “informe minero” al Rey de España en el siglo XVIII, realizado por dos mineros alemanes, que dan cuenta de la magia y el fulgor de los inicios de la minería en la zona. Este libro tiene introducción del Arqueólogo Gonzalo Ampuero Brito y que, además, estuvo al cuidado de la obra. También, contiene un prólogo de parte del académico e investigador minero, Claudio Canut de Bon. Su portada, trae una acuarela de John Marx, realizada en 1876, y es vista panorámica de Copiapó de esa época. En la contraportada, viene un plano de la Bahía y Puerto del Huasco y un Plano de la Villa de Vallenar de 1789.

Dice, en la introducción, Gonzalo Ampuero Brito: “El texto aparece dividido por varios capítulos o subcapítulos, cuyos títulos resumen su contenido. Sólo para nuestro propósito, nos permitimos remitirnos a la siguiente división, sólo en ordenar la secuencia de su lectura: a) Desde el inicio del viaje desde La Coruña (España) el 13 de noviembre de 1794, hasta arribar a Montevideo (Uruguay) el 17 de Enero de 1795. Aquí se detienen a describir la ciudad y puerto del Virreinato de Buenos Aires; b) De Buenos Aires a Mendoza y territorios adyacentes, durante el cual describen con detalle el largo derrotero hasta Cuyo. c) Exploraciones realizadas en el territorio cuyano, en su paso hacia Chile, hasta el arribo a Santiago el 8 de Mayo, ciudad en la cual no se detuvieron mayormente, sin entregar ninguna observación acerca de ella para, finalmente, arribar a Valparaíso el 24 de Junio; d) Inicio de los recorridos en los territorios de Copiapó, desde la llegada a Caldera el 1º de Julio, salida para el valle del Guasco (sic) el 22 de Enero de 1796 e inicio de la jornada hacia Coquimbo el 17 de Febrero y e) Recorrido desde Coquimbo el 25 de Febrero, hasta el término de su cometido, cuya fecha la adscribimos en el folio final del documento, signado en Santiago el 12 de Febrero de 1797. Del resto de su visita, aún no se encuentra mención directa. Para esta edición, nos hemos basado en la versión transcrita por el R.P. Agustín Barreiro, siguiendo estrictamente su redacción y ortografía, puesto que no tiene mayores diferencias con aquella publicada por Arias Divito. De allí que nuestra versión, más que una transcripción, corresponde a una versión tomada directa del original. De allí que la arcaica redacción y ortografía la hemos mantenido tal cual. El padre Barreiro transcribió, además, el instructivo completo, detalle no menor para entender con mayor claridad el celo y objetivos precisos que requería la Corona Española al auspiciar ésta y otras expediciones, cual era en último término, estudiar la realidad Americana”.

En el prólogo, señala, Claudio Canut de Bon: “La lectura de este relato (escrito como informe final) del viaje de Conrado y Cristian Heuland, nos hace ver que los conocimientos académicos mineralógicos ya tenían desarrollo, basado en los avances de la química, para conocer la composición de minerales metílicos y de rocas. Se usan nombres que aún hoy los encontramos en el vocabulario profesional minero. Otro aspecto notable que resalta es el encargo especial, por orden Real, de recolectar muestras representativas de los diferentes tipos de minas, minerales cristalizados y rocas de cada mina visitada, con sus descripciones. El objetivo principal del viaje es observar y describir los productos mineros y las medidas necesarias para fomentar un aumento de la producción. Al monarca español Carlos IV le interesaba esta actividad económica por los impuestos que producía su derecho del quinto real, o sea, el 20% del valor de la producción. También existía un real interés en suministrar las técnicas necesarias para una mejor explotación minera”.